Los nombres
Me pregunta Gemma que si al Ayuntamiento de San Leonardo no se le ha ocurrido quitarse el Yagüe de turno, o si es que en el pueblo los hay orgullosos de tal apellido.
Témome que sí, que también los habrá
aunque me gustaría más pensar que es el desinterés el que mueve (o inmoviliza, más bien) a la gente del pueblo.
Aún así, para qué engañarte, Castilla -y Soria no se escapa- tiene un alo fachorro incrustado en la artritis de los huesos. En multitud de pueblos abundan los letreritos de hojalata con los nombres de las calles que de leerlos te viene dolor de barriga. Suerte que los niños acostumbran a hacer puntería con sus escopetas de balines y te ves los nombres de ilustres majaderos acribillados por las marcas de los perdigones.
Nombres de calles, por otro lado, que nadie conoce como tales. La de mi casa en Montejo lleva el nombre de un médico (ni me acuerdo, fíjate, uno de la santísima trinidad fáctica) y Maribel no daba crédito cuando le di mi dirección un verano que ella se fue por ahí de picos pardos: Óscar Sotillos, Montejo de Tiermes, Soria. Y llegaron las cartas, vaya que si llegaron.
En todo caso la gente conoce las calles por otros nombres: la calle de la iglesia, el camino del cementerio, la plaza del juego de pelota, el cruce del bar, y no les preguntes por las andróminas oxidadas que alguien colgó hace decenios en las esquinas de las casas, porque nadie te sabrá contestar.
3 comentarios
Retógenes -
Gemma -
ideas -
De todos modos, creo que por mucho que nos empeñemos en quitar simbolos, estatuas o renombrar calles, no podremos borrar una parte de nuestra historia por mucho que nos avergoncemos de ella.. Quiza debiesemos aprender a vivir con ella y mirar hacia el futuro