el refugio - II
El refugio estaba pensado para albergar unas 1200 personas. No estamos hablando de un agujero excavado en la tierra, se trata de todo un sistema de galerías de más de 200 metros, sistemas de ventilación, iluminación, letrinas, alcantarillado, etc., todo un lujo, sí, si olvidamos las razones por las que la gente se hacinaba en ellos. El cálculo era preciso: lleno de gente el refugio tenía aire para que cada persona respirase sin dificultad durante una hora, después el ambiente empezaba a enrarecerse. Había estrictas normas para evitar el despilfarro de oxígeno: no se podía correr, ni se podía entrar con animales, aunque perros y gallinas hubieran salvado a sus amos. Los animales se ponían nerviosos mucho antes de que sonaran las sirenas, y sus dueños lo interpretaban como señales inequívocas de alarma.
Al principio la gente no tenía miedo a los aviones, hasta entonces no se habían utilizado en ninguna guerra para bombardear ciudades, y más que miedo lo que la gente sentía era curiosidad, hasta el punto de que subían a los terrados para verlos como quien admira unos fuegos artificiales. De este modo la aviación italiana y alemana masacró a la población civil en lo que para ellos no era más que un ensayo de la II Guerra Mundial. Una vez que se comprendió el peligro la gente no dudaba en correr a refugiarse, pero desde que los aviones eran avistados hasta que se daba el aviso y por fin sonaban las sirenas, pasaba demasiado tiempo. A veces los bombardeos y las sirenas eran simultáneos, y la gente corría despavorida.
1 comentario
El de Berlanga -
Un abrazo.