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Caza de brujas

Caza de brujas

De haber nacido cuatro o cinco siglos antes, la abuela del señor Ramón habría tenido algún problema, pensaba para mis adentros cuando salí de la exposición Per bruixa i metzinera del Museu d’Història de Catalunya. La muestra parte de la alta Edad Media ofreciéndonos un paisaje donde la brujería no existe como tal, donde el pensamiento científico no acaba de nacer y la Iglesia no se opone frontalmente a curanderos y alquimistas porque todo conocimiento forma parte de una madeja difícil de diferenciar. Es el segundo ámbito de la exposición: La invención de la bruja, donde se explica “el proceso de construcción del estereotipo de la bruja diabólica” (s. XIV y XV) debido al nuevo posicionamiento de la Iglesia y concretamente a una serie de teólogos que difunden sus ideas con rapidez por toda Europa gracias a la imprenta. El Malleus maleficarum(martillo de brujas, 1486) fue un libro de referencia para los inquisidores hasta que el asunto se les fue de las manos. Una vez prendida la llama el pueblo se entregó a una verdadera persecución de la que surgían docenas de procesamientos cuyo final era siempre el mismo. Las actas de los juicios, con descripción sumaria de las torturas y confesión final de los reos, pone los pelos de culpa, no ya por la brutalidad de los métodos, que también, sino por lo necio del proceso que llegaba a su fin sólo y cuando el acusado delatara a sus colaboradores y diera una descripción de sus reuniones con el diablo que coincidiera con la que daban los teólogos Kramer y Sprenger en su martillo. Como la acusación no debía aportar pruebas, las denuncias se convirtieron en un método de venganza infalible, hasta que la locura se desató en Zugarramurdi (1609, nuestro Salem peninsular) y la Inquisición tuvo que intervenir para detener lo que ellos solitos habían puesto en movimiento.
Curiosamente fue Cataluña, progre ya en aquellos tiempos, la única región que continuó aniquilando mujeres por hacer sopa de tomillo. La abuela del señor Ramón hizo bien en no nacer antes de 1622, cuando por fin los obispos catalanes decidieron hacerse cargo de los juicios pendientes liberando a las encausadas.

Sobre la caza de brujas en Castilla no tengo información, no digamos ya de Soria, por lo que si alguien me sabe indicar le echaré un bien de ojo.

3 comentarios

Gemma -

Leches, me he perdido la exposición, ahora que los profes podemos entrar gratis en los museos de la Gene...

Hay también un segundo capítulo científico y patriarcalista en todo esto de la brujería (que no solo de fanatismo religioso vive el hombre, o como diría Léon Bloy, que de las nuevas religiones líbrenos Dios). El caso es que conforme se va asentando el pensamiento científico en Europa, todo el conocimiento médico tradicional --normalmente ejercido por mujeres (la partera, la comadrona, la curandera...) y basado en el uso de remedios naturales-- es relegado al ámbito de la superstición y el oscurantismo irracional (y fíjate tú, ahora la Gene propiciando el parto natural en los hospitales catalanes). A la vez que la práctica médica científica va siendo copada por el personal masculino mediante la formación universitaria, toda práctica de los cuidados que no se adscriba a ese esquema (y por supuesto, bajo régimen de subordinación: la enfermera) queda desprestigiada en tanto que charlatanería ignorante. En fin, no es que me haya dado de pronto por la vena new age y homeópata; es solo haberle escuchado la historia a Loli (enfermera ella) alguna vez.

El de Berlanga -

Decía Madoz en su famoso diccionario que en Barahona "Hay una llanura de una legua de circunferencia, llamada El Campo de Las Brujas, sin que se sepa el origen de esa denominación. Barahona es conocido en Soria como el pueblo de las brujas. Poco antes de la salida hacia Villasayas, a unos 50 metros a la derecha de la carretera, está el llamado Mojon-confesionario de las brujas, una roca con una inscripción de una cruz protectora en su parte superior, y un agujero que la atraviesa de lado a lado. Los franceses lo partieron en dos pensando que debajo había un tesoro. Los llamados Pozos airones son pequeños sumideros de agua que cuentan fueron hechos por las brujas con el culo, para endurecer su carne y resultar mas apetecibles para el macho cabrío. El pueblo mismo, en aquella soledad de la paramera de Tierra de Medinaceli, cargada de grises (aunque ahora con tanta lluvia supongo que será impresionante la escala de verdes) y en medio de ninguna parte, invita a creer que aqui se reunían las brujas de toda la península. El primero que escribió sobre el tema fue Torres Villarroel en uno de sus almanaques de mil setecientos y pico (http://sucesosdia.blogspot.com/2007/04/tradicion-brujas-de-barahona.html). Lecturas mas recientes son los libros sobre brujería de Julio Caro Baroja y Juan García Atienza (creo que en la Guía de la España mágica). Incluso hay una obra de teatro de Domingo Miras titulada "las brujas de Barahona"

Diario de un burgense -

Barahona (o Barahona de las Brujas, como tambien se la conoce) fue considerada durante mucho tiempo un foco de brujería. Testigo de ello es el Mojón-Confesionario de las Brujas, una roca atravesada por un agujero y en cuya parte superior hay una cruz grabada. Supuestamente, las brujas metían la cabeza en el agujero para confesarse. Actualmente se encuentra en su ubicación original convenientemente señalizada.
Varios acontecimientos dan fe que la tradición brujesca en Barahona no es una simple leyenda, ya que la localidad está recogida por la Inquisición en 1527 como un foco de brujería y aquelarres.

Te invito a que profundices en internet sobre la fama brujesca de esta poblacion.

Ah, y sobre todo una cosa... que no se entere la Santa Inquisicion de lo que acabo de contar...