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Tiermes

El boquerón y III

El boquerón y III

Había que recuperar las gafas, eso estaba claro, así que empezaron a tramar un plan. Las paredes de las claraboyas tienen talladas unas escaleras, pero no acababan de dar confianza a los ingenieros, así que buscaron una rama larga para atarla al cinturón del explorador. Los únicos árboles cercanos eran unos chopos que se hacían los despistados meciéndose con la brisa. Para su desgracia uno de ellos fue descubierto y le amputaron una de sus ramas, y por desgracia para mí la madera de chopo es demasiado ligera y decidieron que al ser yo el más pequeño sería el más indicado para efectuar el descenso. Así que bajé, qué remedio, debatiéndome entre hacer ver que la aventura me seducía o denunciarles al guarda de las excavaciones por explotación infantil.

Fue más fácil de lo que creía. Estaba demasiado concentrado en asegurar bien los pies y las manos como para escuchar las arengas y consejos que me venían desde arriba. La supuesta seguridad de la rama de chopo atada a mi cinturón era más que dudosa, pero cumplía con su función de placebo. El problema fue cuando llegué al suelo, sólo tenía que agacharme y recoger las gafas, pero al agacharme mis ojos dieron con la oscuridad que manaba del túnel. Miré al otro lado, la misma penumbra sólo interrumpida por ese breve círculo de luz en el que yo me encontraba, y atravesándolo todo como si la oscuridad pudiera salir de su sombra y tocarme, una corriente que helaba mi cara. Es la primera vez de la que tengo constancia de haber sentido miedo. Miedo en su sentido básico, tal y como lo sentimos en alguna pesadilla, notando la piel y los cabellos erizándose como los de un animal preparándose ante una agresión. Me llamaron desde arriba sin llegar a romper el hechizo, pero empecé a subir por los peldaños dando la espalda a mis propios temores. No había nada ni nadie a mis espaldas, me intentaba convencer, sólo mis fantasmas, así que tocaba subir sin mirar atrás pese a sentir su aliento frío en la nuca.

4 comentarios

el de tiermes -

el acueducto tiene tramos de superficie que en su tiempo estaban cubiertos sólo por losetas. el tramo al que se refiere cuando se habla propiamente del boquerón está bajo tierra, la entrada es la de la primera foto, y los registros deben de tener una altura de 5 metros (lo digo de memoria, a ojo de buen cubero).
A todo esto, acertadísima la conexión con el Bosco, no conocía este cuadro, pero fijo que el Bosco vino a Tiermes a inspirarse...
y en cuanto a la historia en sí, Juancar, acaba aquí, hasta que hace unas semanas se me encendió la luz del recuerdo con la visita a un refugio de la guerra civil...

juancar347 -

Eres un buen narrador. Seguro que la aventura no termina aquí...

Diario de un burgense -

Ufff, si señor. Todo un valiente, y toda una aventura. El registro tenia la profundidad o altura que tiene actualmente o bien se encontraba medio soterrado?

Sea como fuere, una actitud valiente, digna de un celtibero de las tierras de Termancia.

Saludos desde Diario de un burgense.

Gemma -

Jo, que yuyu: esa claraboya parece la entrada al cielo de las Visiones del más allá del Bosco (o séase: http://www.abcgallery.com/B/bosch/bosch27.html).