Una tarde en el Prado - IV
Lo más sorprendente del caso es que ante semejante despliegue de pintores, fuera la figura de un escritor la que, sin embargo, se me apareciera invocada. En la enésima sala que cruzaba vi a un viejo inclinándose hacia un cuadro para facilitar la tarea a sus cansados ojos. Cuando llegué a su altura se giró y me dirigió la palabra con una familiaridad que me hizo pensar que me confundía.
-Llevo años viniendo al Prado, y siempre aprendo algo nuevo.
El abuelo me volvió a dar la espalda y se fue antes de que alcanzara a responderle, desapareció al doblar una esquina en el laberinto de historias dibujadas en los lienzos.
Es Borges, alcancé a pensar cuando por fin reaccioné. Es Borges que ha encontrado el pasaje secreto que comunica su biblioteca infinita con el Museo del Prado.
2 comentarios
el de tiermes -
El del Ojo -