11 de marzo
Leía la entrevista mientras esperaba mi turno en la cola del comedor. El calendario voló hacia atrás y las lágrimas que no fui capaz de sacar entonces afloraron mientras el camarero cargaba mi café. Me escondí tras los deportes. Ya en la mesa pude comer el bocadillo, pero aquella noche de marzo y las siguientes me fue imposible cenar. Pegado a la televisión y a sus mentiras notaba mis seis o siete metros de intestino dando vueltas y haciéndose nudos como para estrangularme.
Leyendo a esta mujer se deshacen los nudos en lágrimas vivas.
Sólo es una persona, pero celebraría que su carácter se contagiase como una epidemia invacunable.
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Gemma -