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Misere mei - III

Misere mei - III

Apendicitis es la inflamación de la última parte del intestino ciego. Hoy en día es de fácil tratamiento, una simple operación resuelve el caso, pero si no se coge a tiempo la inflamación puede romper la pared del intestino. Llegados a ese extremo, las heces salen de los conductos herméticos donde aguardan para ser evacuados y entran en contacto con la sangre y con el resto de mucosas de nuestro organismo. El desenlace, además de fatal, es muy doloroso y terrible para el enfermo.

Pero ¿por qué cólico miserere? Aquí mi padre ya no me podía ayudar a seguir las pistas de las palabras, había topado con un callejón sin salida: siempre se había llamado así, me decía. Así que pedí el comodín del público, me fui al oráculo de internet y tiré los dados: voy a tener suerte, me dije, y vaya si la tuve. Topé con un artículo de la Revista española de enfermedades digestivas: El cólico miserere (Miserere mei): aportaciones sobre su etimología y características clínicas e hipótesis sobre su aportación en la literatura médica de los siglos XVII-XVIII. En el clavo. El autor, Benigno Acea Nebril, busca el rastro de esta terminología en la literatura médica de los siglos reseñados a partir de los fondos históricos de la Biblioteca de Santa Cruz (Universidad de Valladolid).

Nos cuenta Acea que la oclusión intestinal, conocida como cólico miserere, fue una enfermedad enigmática durante buena parte de la historia de la medicina, y a menudo se la confundía con la apendicitis aguda, ya que hasta los siglos XVII y XVIII no se sistematizó el uso de la autopsia como base del conocimiento médico para esclarecer los motivos de la muerte. La misma terminología para ambas enfermedades venía dada por sus similares síntomas: “vómitos fecaloideos, dolor agudo intenso, y muerte. Estas características, junto al rápido e inevitable fallecimiento del sujeto, debió desencadenar una rápida relación entre la enfermedad, la muerte y los actos religiosos vinculados al sepelio, entre los cuales se encuentra el Miserere, un salmo típico de la misa de difuntos. […] El Miserere conllevaba una súplica o plegaria para la curación del enfermo (miserere, en latín: apiádate).” Y no era de extrañar que se encomendasen al Altísimo visto el cuadro clínico que describe Fray Gil de Villalón en el año 1731: “Este dolor es el más violento y peligroso que puede sobrevenir al género humano, al qual llaman los señores Médicos, hilliaco, y bulgarmente Miserere mei, porque se cierra el conducto por donde han de pasar los escrementos por la parte inferior, con que assi el alimento, como los escrementos, se arrojan por la boca, que es la mayor fatalidad que puede suceder a la naturaleza humana. […] quando el mal está muy abanzado, tienen un hedor que aunque le llaman de escrementos, más parece el de un cadáver corrompido…”. Antes de que en el siglo XVIII y principios del XIX se introdujera, poco a poco, un tratamiento quirúrgico, la única medida ejercida sobre los pobres enfermos era la ingesta de metales. Dice Tissot en 1774 que “creyendo el pueblo que en esta enfermedad están anudados los intestinos, hacen tragar balas á los enfermos, ó cantidades grandes de mercurio… La costumbre de hacer tragar balas siempre es perniciosa, y también lo es por lo común el dar el mercurio; pues estos dos remedios pueden agravar la enfermedad, y servir de obstáculo para la curación…”

4 comentarios

el de tiermes -

Giorgio Gaber? me apunto el nombre, no lo conocía, pero la temática de la canción promete.
y puestos a pedir salud... también para el bolsillo y el corazón!!

;-)scar

lima -

A ver si encuentro el texto de una canción de Giorgio Gaber que habla de los médicos de ahora. Sus métodos no difieren demasiado de los que te recetaban balas; y en el terreno ético una minoría tiene maneras un poco fecaloideas.
Salud, que no nos falte, amigo.

el de tiermes -

me hizo gracia ver que era de valladolid. seguro que hay verdaderas joyas en esa biblioteca,´pero tú, ahora, con los exámenes!!!

Anónimo -

fijate...comer metales...
que cosas jejej.
Pues mira teniendo la biblioteca de Santa Cruz al ladito de mi casa jeje cuando me aburra puedo cotillear....
La verdad es que la enfermedad tuvo que ser horrible en esos tiempos...